viernes, 7 de mayo de 2010

Rigurosamente incierto- ideas de a montones


Con su habitual buen criterio, la doctora Cristina Kirchner ha dicho que, lamentablemente, a la oposición no se le cae una idea, acaso porque las ideas de la oposición son endebles de cáscara y si se caen se hacen puré. Lo dijo en El Calafate, su predilecto lugar en el mundo, y en el transcurso de una inspirada arenga, a la que no le faltó la consabida parrafada que dedica a esos horribles pasquines que no paran de regurgitar insidias contra el Gobierno.
Sin embargo, y en mérito al inalienable derecho a réplica, justo es consignar que el licenciado Peristilo Peribáñez no está muy de acuerdo con aquellas afirmaciones de la Presidenta. Como se sabe, Peribáñez integra la comisión directiva del Frente para la Discrepancia, en calidad de asesor viperino. Tal agrupación auspicia y/o exacerba las reyertas ideológicas, por lo que, en cierto sentido, forma parte del conglomerado de partidos que prestan existencia a ese limbo llamado oposición. "Se equivoca la primera magistrada, y me remito a un ejemplo: nadie, ni siquiera Aníbal Fernández, podrá negar que a Julio Cobos se le cayó una idea cuando emitió su célebre voto no afirmativo. Y si bien luego no se le cayeron otras -infiere el prestigioso hombre público-, eso no contradice mi certeza de que aquella resultó una idea despampanante."
Los conmilitones del Frente para la Discrepancia tienen decenas de ideas que el gobierno nacional y los gobiernos provinciales podrían suscribir. Verbigracia, se podría acabar con tanta ridícula hipótesis conspirativa y con esa tan peronista vocación de promover antagonismos, como si el ejercicio de la política exigiera perpetua confrontación entre patriotas y vendepatrias, entre héroes y villanos. Asimismo, la alta cumbre gubernamental podría imponer una tendencia hacia la equidad social, habida cuenta de que la pobreza, la precariedad sanitaria y la decadencia del sistema educacional no hallaron coto en el kirchnerismo. LA NACION del 20 de febrero publicó este título a toda página: "Aumenta la brecha entre ricos y pobres", y nadie duda de que esta noticia, dada por el Indec, tiene responsables con oficinas en la Casa Rosada.
Peribáñez se sale de la vaina en su afán por ofrecer más ejemplos, pero a esta altura del presente artículo le quedan poquísimas líneas para exponerlos. "Tenemos ideas a montones, como la de considerar que va siendo hora de que el kirchnerismo abandone su maradoniana soberbia y atine a administrar sus recursos sin incurrir en dádivas clientelistas y sin propagar el mal olor que irradian tantos fondos desviados y tanta sospecha de espurio enriquecimiento. En tanto, otros hedores surgen de..." (Pero hubo que cercenarlo, qué pena.)
© LA NACION

Una cátedra de periodismo literario


RIGUROSAMENTE INCIERTO

Holgadamente, se puede decir que Rigurosamente Incierto es una lección de literatura de un maestro del periodismo. Se trata de una recopilación de las columnas que, desde hace 15 años, Norberto Firpo publica en el diario La Nación, donde fue secretario de redacción y trabaja desde 1980.
Los 126 títulos que componen el libro tienen para el lector un valor didáctico propio de una cátedra periodística a partir de textos efervescentes sobre actualidad con un punto de vista irónico y que escapa al rigor objetivo. Aquí los recursos literarios y los juegos de palabras decoran el relato de hechos inmediatos –y no tanto- que es la materia prima de sus columnas. Estimulante, detallista, ácidamente humorístico, Norberto Firpo convirtió sus textos en un manual imprescindible para los aficionados a las letras. Y a la información.

En periodismo, Norberto Firpo se inició en la revista Vea y Lea (1960), en la que publicó decenas de cuentos policiales. Fue secretario de redacción de Primera Plana y director de Siete Días y Panorama. También condujo cuatro programas radiales, entre ellos, La Semana que viene.

Rigurosamente Incierto
Autor: Norberto Firpo
Editorial: Del Nuevo Extremo
254 páginas

Para Memoriosos


La ciudad capital más antigua (de cuantas hoy existen) es Damasco, un conglomerado urbano que cuenta actualmente con algo más de un millón y medio de habitantes y que, sin interrupciones, permanece poblado desde hace 48 siglos. Se guardan tablillas egipcias que datan de quince siglos antes de Cristo y que, ya por entonces, daban crédito de su existencia. Con su centenar de reliquias edilicias, declaradas patrimonio de la humanidad por las Naciones Unidas (en 1979), Damasco es la capital de Siria, una república árabe que tiene costas sobre el Mediterráneo y que limita con Turquía, Líbano, Israel, Jordania, Cisjordania e Irak. Una de sus principales reliquias edilicias es la mezquita Omeya, ámbito que guarda los restos de Saladino, sultán de Egipto y prócer islámico, quien restauró -en el siglo XII- la preeminencia musulmana en casi todo Oriente Medio. Fuentes bíblicas mencionan a Damasco como la ciudad que concentraba la mayor cantidad de arameos, miembros de un pueblo de origen nómade. A los arameos se atribuye la fundación de varias ciudades en la Mesopotamia asiática, entre los ríos Eufrates y Tigris. Con todo, algunas enciclopedias admiten que Damasco es una ciudad relativamente "nueva" en comparación con otras, ya inexistentes. La ciencia arqueológica pudo precisar que la amurallada Jericó era, cien siglos atrás, el más importante nucleamiento urbano del oeste asiático. La Biblia se refiere a Jericó y dice que sus murallas se desplomaron al sonido de las trompetas hebreas, unos 1300 años antes de la actual era. Los hebreos estaban siendo conducidos por Josué, sucesor de Moisés, hacia la Tierra Prometida. Hoy, otra Jericó, en territorio cisjordano, se alza en cercanías de la primitiva.
Así como los nacidos en Tucumán son tucumanos, ¿cómo se denominan los nacidos en Damasco? Uno de los dos ríos que delimitan la Mesopotamia asiática cruza el territorio sirio. ¿Cuál? Las respuestas, abajo.
Los nacidos en Damasco son damasquinos, damascenos o damacenos. El río Eufrates, el único navegable de Siria, recorre ese país de Sur a Norte.

Rigurosamente Incierto - Un poco de cultura



Tratar de esbozar aquí la augusta personalidad de Rodoendro Peribáñez es malgastar espacio. ¿Quién no conoce a tan prestigioso escritor? ¿Quién no se ha deleitado con su novela Los hombres que tenían fantasías inconfesables en cuanto le echaban el ojo a una señorita más o menos opípara , y quién no ha compartido las crueles vicisitudes que debía afrontar la heroína de La chica que soñaba con una hamburguesa con bastante ketchup y un bidón de sopa de chauchas ?
Los libros de Rodoendro Peribáñez han sido traducidos a setenta idiomas (e inclusive, por las dudas, a tres lenguas muertas), de manera que resulta ocioso ocupar siquiera otro par de líneas en la exaltación de sus méritos.
Hay que decirlo de una vez: sus habituales arrebatos coléricos y su retorcida personalidad no menoscaban sus méritos de literato. En suma, por algo Peribáñez es quien es en el mundillo a veces un poco sabandija de las letras contemporáneas.
Por lo tanto, baste decir que Rodoendro Peribáñez engalana con su presencia casi cotidiana la edición número 36 de nuestra Feria del Libro. Anteayer, con la misma sinceridad con que tres semanas atrás le dijo a Gabriel García Márquez que sus corbatas le parecían francamente horribles, aceptó un breve diálogo, en el que aludió a ciertos asuntos que juzga preocupantes.
¿Qué asuntos, más concretamente? He aquí lo que respondió, mientras mojaba vainillas en su cuajada con chuño, en un bar próximo a la Sociedad Rural de Palermo.
"Vea: me preocupa el hecho de que la República Argentina, que por tantísimos años fue uno de los más luminosos faros de la cultura americana, padezca hoy tan estrepitosa decadencia? La enseñanza escolástica desnuda un enorme deterioro, la literatura se ha vuelto un bien suntuario, muchos jóvenes han sido ganados por la chabacanería y casi todos han reducido su vocabulario a no más de trescientas palabras y a una veintena de palabrotas? Vea: creo que semejante pobreza ha vuelto todavía más robusto, y por lo tanto más agresivo, al virus de la marginalidad intelectual? Una encuesta que este diario encomendó a Gallup, hace dos años, permitió certificar que el 55 por ciento de los argentinos era incapaz de mencionar a un solo escritor que creyera importante, y que el 58 por ciento admitía, sin mucha culpa, no haber leído un libro en los doce meses precedentes? En fin, me parece que esa tendencia se ha agudizado."
Peribáñez fue siempre criticado por eso de ser un sujeto controvertido, un meterete pérfido, siempre dispuesto a hundir el dedo en llagas ajenas. Pero, burlón a rajatabla, aprendió a retrucar a quienes le formulan tales reproches: "Es la cultura, estúpido", suele espetarles, parafraseando al marido de Hillary.
©LA NACION

RIGUROSAMENTE INCIERTO


Norberto Firpo debe de ser descendiente directo de los brujos y druidas que contaban historias a sus clanes junto a las hogueras del invierno. Alguno de sus ancestros debe de haber recorrido plazas y retablos en el camino de Santiago y sembrado leyendas con sus artes de juglaría.

Dueño de experiencias singulares y de puntos de vista que amarían Jerome K. Jerome y Luis Buñuel, Norberto Firpo combate a palabra limpia (desde hace quince años) en su columna dominical “Rigurosamente incierto” que publica el diario La Nación.
Este libro, homónimo, está compuesto por una selección de esas entregas periódicas, revisadas y despojadas de circunstancias pasajeras. Firpo las convierte así en textos burbujeantes a veces, otras un tanto ácidos, siempre vigentes, que atrapan al lector, lo enfrentan con sus propias vivencias y ayudan a plancharles la mufa. Rigurosamente incierto es la lección de literatura de un maestro del periodismo.

¿Quién es?


Norberto Firpo Nació en 1931, tiene dos hijos. Es porteño e hincha de Vélez.
Es autor de las novelas Cuerpo a tierra, Grandísimo idiota y Redondeces, de cinco libros de cuentos y un libro de divulgación de conocimientos (Diccionario del amor).
Tiempo de puñales es un libro de cuentos policiales premiado por el Fondo Nacional de las Artes, escrito por varios autores, entre ellos Rodolfo Walsh y Norberto Firpo.
En periodismo se inició en la revista Vea y Lea (1960), en la que publicó decenas de cuentos policiales. Fue secretario de redacción de Primera Plana y director de Siete Días y Panorama. También condujo cuatro programas radiales entre ellos La Semana que Viene.
Trabaja en La Nación desde 1980, donde fue secretario de redacción y actualmente es autor de la sección Rigurosamente Incierto, que se publica desde hace 15 años y de la columna Para Memoriosos.